Como los días de lluvia: el alma también necesita llorar

Como los días de lluvia, el alma también necesita llorar. Y quizás, el cielo lo sabe. Por eso se permite oscurecerse, vaciarse, limpiarse.

El gris, ese color que muchas veces asociamos con la melancolía, es en realidad el resultado de unir el blanco y el negro: dos polos que culturalmente hemos cargado de significado, asociando uno con lo bueno y el otro con lo malo.

Pero… ¿y si nada de eso fuera tan absoluto? ¿Y si, como los colores, las emociones simplemente son? ¿Y si lo que llamamos “bien” o “mal” fuese, en realidad, parte de un mismo continuo que nos enseña a vivir? 

«Los días de lluvia me recuerdan la tranquilidad que aparece después de llorar. Esa calma profunda que llega cuando dejamos de resistir la tristeza y, en cambio, la habitamos».

Porque es ahí, en la aceptación, donde empieza la transformación. Como los charcos después de la tormenta, que reflejan no solo el cielo despejado, sino también la posibilidad de vernos con más claridad.

En esos reflejos me viene a la memoria Dorothy, en su regreso al mundo de Oz, cuando descubre el verdadero rostro de la princesa Ozma. Esa escena, simbólicamente, revela que lo que parecía perdido o fragmentado, en realidad, solo esperaba ser recordado.

Hoy me permito imaginar un mundo distinto. Un mundo atrapado en los reflejos de esos charcos. Un mundo donde los fracasos no duelan tanto y la muerte tenga un significado más profundo. Donde el duelo no sea solo ausencia, sino preparación para un nuevo comienzo.

En ese mundo —en mi mundo— el duelo es esencial para el renacer psíquico. 

Es la grieta por donde entra la luz, la oportunidad de integrar lo que fui, aceptar lo que soy y comenzar a diseñar, desde esa nueva materia prima, una identidad distinta. Una identidad que, aunque aún se gesta en la incertidumbre, crece con la certeza de estar construyéndose desde una libertad más auténtica.

Porque al final, los días grises también forman parte del paisaje. Y el sol… el sol siempre vuelve a salir.

Maddalena Armenise
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