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abril 24, 2025Constantemente hacemos elecciones: qué decir, con quién vincularnos, qué caminos tomar, a qué renunciar. Y muchas veces creemos que lo hacemos con libertad.
Pero si nos detenemos a mirar con más cuidado, nos damos cuenta de que no siempre estamos eligiendo desde la conciencia, sino desde automatismos, desde el miedo, desde heridas no sanadas o desde la necesidad de cumplir con expectativas que ni siquiera nos pertenecen.
En terapia, una de las preguntas que más acompaña los procesos es justamente esta: ¿desde dónde estás eligiendo?
Porque no es lo mismo elegir desde la presión interna que desde la autenticidad. No es lo mismo actuar por temor a quedarte sola que hacerlo porque algo dentro de ti —algo sereno, genuino y sabio— te susurra que ese camino es para ti.
«Existen distintas voces dentro de nosotros que guían nuestras decisiones. Y aprender a diferenciarlas es uno de los pasos más importantes del trabajo emocional y del crecimiento personal».
Está la voz del ego, que quiere ser vista, aprobada, aplaudida. Es la que dice: “hazlo para que no te olviden”, “hazlo para demostrar que vales”, “hazlo porque no puedes fallar”. Es una voz que no siempre es negativa, pero que puede llevarnos a la autoexigencia extrema y al agotamiento si no la reconocemos y regulamos.
También está la voz del superyó, esa parte que hemos internalizado desde la infancia, cargada de mandatos y juicios. Nos dice que algo está mal, que no estamos haciendo suficiente, que deberíamos ser diferentes. Cuando elegimos desde ahí, lo hacemos para cumplir, para encajar, para evitar el castigo emocional. Pero no para ser auténticos.
Por otro lado, está el ello, nuestra parte más instintiva, impulsiva, que solo busca el placer inmediato. Es esa voz que grita: “¡Lo quiero ya! ¡No me importa nada más!”. Aunque a veces trae alivios momentáneos, también puede alejarnos de nuestras verdaderas necesidades a largo plazo.
Y luego, en contraste, está el yo consciente. La parte que observa. Que puede detenerse, respirar y preguntarse: ¿esto es lo que realmente quiero? Es quien tiene la capacidad de contener a todas las otras voces sin dejarse arrastrar por ninguna.
Finalmente, está la intuición. Esa guía silenciosa, que no grita ni exige. Se presenta como una certeza tranquila, como una incomodidad persistente, como un impulso suave que no necesita demasiadas razones. A diferencia de las otras voces, la intuición no nace del pasado ni del miedo al futuro: solo se activa en el presente.
«La mayoría de nuestras elecciones, cuando no las cuestionamos, vienen de heridas pasadas o de temores futuros».
- El ego busca reparar lo que no tuvo.
- El ello quiere satisfacer lo que no fue cubierto.
- El superyó impone ideales ajenos.
- Pero solo la intuición habita el ahora.
Solo ella nos conecta con lo que somos, más allá de lo aprendido o de lo esperado.
Por eso, el trabajo terapéutico no busca silenciar ninguna de estas voces. Todas tienen algo para decir. Lo que buscamos es reconocerlas, diferenciarlas y darles el espacio justo, para que nuestras decisiones vengan cada vez más desde un lugar interno auténtico y libre.
Antes de tomar una decisión —ya sea grande o pequeña— puedes hacerte esta pregunta:
- ¿Desde dónde estoy eligiendo esto?
- ¿Elijo desde la herida?
- ¿Elijo desde la urgencia?
- ¿Elijo desde la presión externa?
- ¿O desde una voz que me habita profundamente y que, aunque no siempre sepa explicarlo, sabe lo que necesito?
Estar presentes en nuestras elecciones no significa tener todo claro. Significa hacer espacio para escucharnos. Elegirnos. Distinguir lo que nos pertenece de lo que nos fue impuesto. Y actuar desde ahí.
Porque saber no es lo mismo que entender. Y entender no es lo mismo que actuar. Pero cuando logramos alinear esas tres cosas, nuestras decisiones dejan de ser reacciones automáticas y se convierten en pasos conscientes hacia una vida más coherente y verdadera.
Descubramos y potenciemos tu voz auténtica.
Te invito a que conversemos. Estoy para ti.
Maddalena Armenise
@soylenapsico
+39 350 035 1163