
Qué hacer cuando algo en ti se rompe para siempre
junio 23, 2025En algunas culturas —como la italiana— no es raro que lo primero que te pregunten no sea tu nombre, sino de quién eres hijo o hija. Porque en esos lugares, el linaje importa. La historia familiar, el apellido, el lugar de origen… todo lo que te precede parece tener más peso que lo que eres hoy.
Y aunque esta mirada puede ser una forma de honra, también puede convertirse en un límite invisible que condiciona nuestras decisiones, expectativas y relaciones. Porque cuando solo somos reconocidos por lo que fuimos o por quienes nos precedieron, el presente queda relegado a un segundo plano.
El pasado como espejo… o como sombra
Nuestra historia importa. Nos forma, nos nutre, nos da raíces. Pero también puede funcionar como una jaula invisible cuando deja de ser una referencia para convertirse en una imposición.
Si lo que fuimos —o lo que otros fueron antes que nosotros— se transforma en el único marco posible para mirar la vida, entonces el presente deja de ser una oportunidad para elegir y se convierte en una repetición inconsciente.
Y no se trata de renegar de nuestras raíces, sino de aprender a mirarlas con ojos nuevos. Preguntarnos:
- ¿Quién soy más allá de lo que se espera que sea?
- ¿Qué me pertenece realmente y qué solo estoy sosteniendo por lealtad o miedo?
- ¿Estoy construyendo una vida propia o simplemente ocupando el rol que otros delinearon para mí?
El peligro de vivir en el eco
Ver la vida solo a través del pasado es, muchas veces, condenarse a repetirlo. Es sostener lo que fue, incluso cuando ya no nos hace bien. Es continuar con vínculos, mandatos, profesiones o decisiones que quizás fueron útiles para otros… pero no lo son para nosotros.
Y lo más complejo de esta dinámica es que suele vivirse en silencio. Muchas personas sienten que tienen que honrar el sacrificio de sus padres, seguir los pasos de su familia o respetar las creencias con las que crecieron.
«Pero pocas veces se detienen a preguntarse si eso las hace felices, si realmente las representa, o si simplemente están repitiendo sin cuestionar».
El presente como posibilidad
Afortunadamente, mientras el corazón siga latiendo, hay vida. Y donde hay vida, hay posibilidades. Eso que parece definido —quién eres, qué haces, qué esperaban de ti— puede transformarse. No por rebeldía, sino por amor propio.
Cambiar no es traicionar. Es revisar con honestidad lo que llevamos encima, decidir qué conservar y qué soltar. Es tener el coraje de tomar lo heredado como punto de partida, no como sentencia.
Así, como un arcoíris que aparece después de la tormenta, el presente puede convertirse en puente entre lo que dolió y lo que puede comenzar. Entre lo que fue y lo que puede ser.
Honrar el pasado, vivir el presente
Quitar el velo del pasado no significa olvidarlo. Significa aprender a mirarlo con compasión, con madurez, con libertad. Reconocer que lo que fuimos no tiene por qué definir todo lo que seremos. Que podemos agradecer a quienes vinieron antes sin perder de vista nuestro propio camino.
Porque al final del día, nuestra historia no está escrita por completo. Mientras estemos vivos, aún podemos reescribir capítulos, elegir rumbos, cambiar de tono.
Y quizás, solo quizás, permitiéndonos ser en el presente, podamos empezar a escribir una historia distinta. Una que no niegue el origen, pero que tampoco lo convierta en destino obligatorio.
Y tú, ¿estás escribiendo tu propia historia?
Sino, estoy aquí para acompañarte a que lo logres. Hagamos terapia.
Maddalena Armenise
@soylenapsico
+39 350 035 1163