
Cómo sobrellevar el duelo tras el cambio
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Qué hacer cuando algo simplemente “no te va”
febrero 24, 2025A veces, el mayor acto de amor consiste en permitir que el ser amado siga su propio camino, incluso cuando eso significa soltar lo que más nos duele.
He vivido personalmente un proceso de esta índole con mi madre. Y llegué al punto en que comprendí que aferrarme a ella, tratando de evitar la inevitable separación, solo generaba un dolor que nos consumía a ambas.
En un acto de profunda honestidad y amor, le dije: “Mamá, eres libre, te amo, me siento orgullosa de ti… piensa en ti”. Este gesto no fue un adiós definitivo, sino una forma de liberar el vínculo para que ambos pudiésemos transitar el duelo de una manera más consciente y saludable.
La experiencia me enseñó que soltar no significa olvidar o negar lo que nos une, sino reconocer que el amor verdadero no se basa en la permanencia física, sino en la calidad de la conexión que se vive en el presente.
«A veces, el miedo a perder a quienes amamos nos mantiene anclados en un estado de negación, intentando prolongar un vínculo que, en ocasiones, nos hace sufrir. Sin embargo, al soltar, no renunciamos al amor; lo transformamos».
Permitimos que la persona siga su curso, honrando su derecho a partir cuando sienta que es lo correcto, sin que eso signifique un rechazo o un fracaso en nuestro amor.
Este proceso de dejar ir a alguien, especialmente cuando se trata de un ser tan cercano como una madre, requiere un profundo autoconocimiento y la capacidad de reconocer nuestras propias resistencias.
Durante mucho tiempo, temí perderla, aferrándome a recuerdos y a la imagen de lo que habíamos compartido. Pero entendí que, si bien esos recuerdos son valiosos, no pueden detener el inevitable fluir de la vida.
Aprender a soltar es reconocer que, a veces, lo que más nos duele es justamente lo que más nos enseña sobre el amor, sobre la impermanencia y sobre la capacidad de reinventarnos.
Soltar no significa que el amor se desvanezca. Más bien, se trata de un acto liberador que nos permite a ambos sanar y continuar en nuestros caminos, sin cargas innecesarias. Al aceptar que la vida cambia y que las despedidas, aunque dolorosas, son parte natural de nuestro crecimiento, aprendemos a valorar el tiempo compartido sin la necesidad de detener el cambio.
«Es un proceso de transformación interna en el que el dolor se convierte en una lección para vivir con más plenitud y en armonía con nuestra realidad».
En este viaje, la terapia y el apoyo emocional se convierten en aliados esenciales. Hablar sobre el miedo a la pérdida, trabajar en la aceptación de la impermanencia y aprender a cuidar de nuestro bienestar emocional son herramientas que nos permiten enfrentar el duelo de manera más consciente. No se trata de prepararse para una despedida inminente, sino de aprender a vivir en el presente, honrando lo que fue y aceptando lo que es.
Soltar a quien amamos es también un acto de amor propio. Es la capacidad de reconocer que proteger a la otra persona también implica permitirle ser libre, y que el verdadero vínculo se mantiene vivo cuando ambos se sienten respetados y comprendidos, incluso en la separación.
Vivir con este entendimiento nos ayuda a sanar y a construir relaciones más genuinas y libres, donde el amor no se aferra, sino que fluye y se transforma.
Cada día, al recordarnos que la vida es un constante fluir, aprendemos a abrazar la belleza de lo efímero y a encontrar la paz en la aceptación. Soltar, por muy difícil que parezca, es el camino hacia una existencia más plena, donde el amor se celebra no por la permanencia, sino por la intensidad del momento compartido.
Maddalena Armenise
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