
La difícil pero amorosa decisión de soltar
febrero 17, 2025
¿El ego nos protege o nos somete?
marzo 3, 2025El impulso de luchar por lo que creemos querer es casi instintivo en nuestra cultura; se nos enseña que el éxito, la fortaleza y la valía personal dependen de esa capacidad de esforzarnos sin descanso, de no dar ni un paso atrás.
Pero, ¿alguna vez te has detenido a preguntarte si, en realidad, no has querido algo?
«A veces, lo que sentimos no es el impulso de luchar, sino simplemente el “non mi va” – esa sensación de que, en este momento, no deseas hacer algo, y eso es completamente válido».
Vivimos en una sociedad que celebra la perseverancia y la acción constante, donde se asume que siempre debemos estar en movimiento para alcanzar nuestras metas. Sin embargo, este enfoque nos puede empujar a ignorar o incluso reprimir un sentimiento legítimo: la falta de deseo.
No querer algo no significa que carezcamos de fortaleza o que no tengamos aspiraciones; significa que estamos escuchando nuestras propias necesidades internas, que tal vez lo que nos proponen o lo que creemos que debemos hacer no resuena con nuestro ser.
Nunca me he dado la oportunidad de no querer, de no hacer, de simplemente ser. Siempre me he presionado a luchar, a esforzarme, a demostrar que puedo superar cualquier obstáculo.
Pero en ese proceso, me di cuenta de que a veces el verdadero acto de fortaleza consiste en reconocer que no todo lo que se presenta es para nosotros. Renunciar a ciertas metas o proyectos, o simplemente aceptar que en un momento dado “no me va”, es una forma de respetar nuestras propias emociones y límites.
«La necesidad de luchar por lo que creemos querer a menudo nos empuja a tomar decisiones impulsivas o a forzarnos a hacer algo que, en el fondo, no deseamos».
Y en ese esfuerzo constante por demostrar fortaleza, corremos el riesgo de perdernos a nosotros mismos.
El verdadero crecimiento no proviene de negar lo que sentimos, sino de permitirnos sentirlo plenamente. Solo cuando nos damos permiso para no querer algo, sin culpa ni autocrítica excesiva, podemos abrirnos a descubrir qué es lo que realmente nos llena.
No se trata de conformarse ni de rendirse ante las dificultades. Es reconocer que, en ocasiones, el silencio de “no querer hacer” es un mensaje de tu interior que te invita a detenerte, reflexionar y priorizar tu bienestar. Es una señal de que algo no está en sintonía con tu verdad y que, en lugar de forzar una lucha que solo genera desgaste, puedes optar por un camino de autoconocimiento y aceptación.
Aceptar el “non mi va” es un acto de amor propio. Es permitirte ser auténtico, sin la presión de tener que demostrar nada a nadie. Es aprender a distinguir entre el impulso de luchar por metas que realmente te importan y la presión externa de hacer algo simplemente porque se espera que lo hagas.
Cuando te das la oportunidad de no querer, de descansar y de reflexionar, te abres a una nueva perspectiva, a una forma de vivir que respeta tus propios ritmos y necesidades.
Al final, lo que verdaderamente importa es que cada decisión, cada pausa y cada impulso de no querer se convierta en una oportunidad para reconectar contigo mismo. Porque en el fondo, el amor propio no se mide por cuántas batallas se ganan, sino por la capacidad de escuchar a tu corazón, de respetar tus emociones y de construir una vida en la que cada “no me va” se transforme en un camino hacia lo que realmente deseas ser.
Maddalena Armenise
@soylenapsico
+39 350 035 1163
https://soylenapsico.com/