Andar en bicicleta: vivir en libertad y autenticidad
noviembre 25, 2024En la vida, todos acumulamos objetos, hábitos, lugares o incluso relaciones que en algún momento fueron esenciales para nuestra estabilidad emocional. Son esos pequeños refugios que nos reconfortan, que parecen ser anclas en un mar de incertidumbre, y que nos recuerdan quiénes somos o quiénes fuimos. Sin embargo, la vida es cambio, y nosotros cambiamos con ella. Lo que una vez nos sostuvo, puede dejar de hacerlo.
¿Qué pasa entonces cuando aquello que antes nos daba consuelo ya no encaja en la nueva versión de nosotros mismos?
Hace algún tiempo, viví una experiencia que me dejó esta reflexión. Durante años, usé una cafetera italiana que amaba profundamente. No era solo un objeto para preparar café, sino un símbolo de estabilidad en mi vida diaria. La usaba todos los días, especialmente en una etapa en la que vivía en una casa que no me gustaba, una casa de la que quería mudarme porque me sentía incómoda allí. Esa cafetera era mi pequeño refugio en medio del caos, una constante en medio de la incomodidad.
Finalmente, después de mucho tiempo de esfuerzo y planificación, logré mudarme a la casa que siempre había soñado. Pero, curiosamente, poco después de mudarme, la cafetera se rompió. En un principio, sentí una enorme nostalgia y una especie de vacío extraño. ¿Cómo reemplazaría algo que había sido tan importante para mí, que había estado presente en mi vida durante tantos momentos?
Me costó comprenderlo al principio, pero después de reflexionar, entendí que esa cafetera había cumplido su propósito. Había sido mi compañera durante una etapa importante, pero también era un símbolo de un ciclo que ahora había cerrado.
Ese simple objeto me enseñó algo profundo: al cambiar y crecer, a veces debemos despedirnos de esas «cafeteras». Soltar no es fácil. Nos aferramos a lo que nos da seguridad, incluso cuando sabemos que ya no lo necesitamos. Pero aprender a soltar no significa olvidar.
«Soltar es reconocer que aquello que nos acompañó tuvo su lugar y su tiempo, y que está bien dejarlo ir para poder seguir avanzando».
Cuando intentamos soltar, descubrimos que hay una nostalgia que nos invade, una resistencia natural a dejar ir aquello que sentimos tan nuestro. La nostalgia, sin embargo, es una señal de que algo valió la pena, de que aquello que estamos dejando atrás tuvo su lugar en nuestra historia. Y esa historia no se borra; al contrario, se enriquece con cada paso que damos hacia adelante.
- ¿Qué estás cargando que ya no necesitas?
- ¿Qué «cafeteras» sigues conservando por costumbre, aunque ya no cumplan un propósito en tu vida?
Soltar puede ser un acto de gratitud hacia lo que fue y un acto de confianza en lo que está por venir. Es permitirte crecer y evolucionar.
El camino hacia el crecimiento personal siempre incluye despedidas. Pero estas despedidas, aunque a veces duelan, también son liberadoras. Nos permiten abrir espacio para nuevas experiencias, nuevos refugios y nuevas historias que nos acompañarán en las etapas por venir.
Así que suelta con amor, con gratitud y con la certeza de que lo mejor aún está por llegar.
Con mucho cariño,
Maddalena Armenise
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